martes, 15 de agosto de 2006

OPINIÓN: “Aprender de la historia”

Por Dr. FERNANDO BLANCO MUIÑO

Se cumplen hoy 115 años de un hecho histórico que ha marcado a fuego a la Unión Cívica Radical, como el partido de la transparencia y el respeto a las decisiones del pueblo: el 15 de agosto de 1891 la Convención Nacional de la Unión Cívica Radical proclamó la fórmula presidencial para los comicios del año siguiente.

Podría haberse utilizado el mecanismo tradicional, histórico, de definir el binomio en una reunión de notables o, peor aún, dejar en manos de su fundador la decisión, pero nada de ello sucedió. Ni Leandro N. Alem en su carácter de Presidente del Comité Nacional ni los hombres que abrazaron la causa radical lo hubieran permitido.

Cumpliendo el pedido del Dr. Hipólito Yrigoyen, fue convocada la Convención Nacional integrada por tres representantes de cada distrito. La misma sesionó en el Teatro Onrubia ubicado en la intersección de las calles San José y Victoria (actual y paradójicamente Hipólito Yrigoyen), siendo sus autoridades: Presidente: Dr. Juan M. Garro, Vicepresidente: Señor Juan Posse, Secretarios: Doctores Lisandro de la Torre y Francisco Landó.

Pasado el fragor de la expulsión de los “nacionales” por causa en el acuerdo con el oficialismo y, conformada por auténticos radicales, la Convención propuso al país la fórmula integrada por Bernardo de Irigoyen y Juan M. Garro.

Con este hecho la Unión Cívica Radical estaba poniendo en acto los principios de su doctrina: respeto del federalismo –todos los distritos estuvieron igualitariamente representados-, ejemplaridad en el mecanismo de selección de sus candidatos, defensa del sufragio universal concurriendo con fórmula propia al comicio convocado. Banderas históricas que han sido la razón de ser del partido y que por respetarlas le han valido el crédito y el reconocimiento del pueblo argentino por más de un siglo.

Por ello, como de la historia se debe aprender y más aún de la propia historia radical, plagada de ejemplos cívicos de trascendencia nacional, me permito volver al pasado para pensar en el futuro.

La actual dirigencia nacional ha convocado a la Convención Nacional en la ciudad de Rosario para dentro de unos días. ¿Sabrá la conducción que la Convención de Rosario de enero de 1891 proclamó la fórmula Mitre-Bernardo de Irigoyen? ¿Habrá elegido la sede para rememorar ese acontecimiento? ¿Conocerá que Mitre encarnaba el acuerdismo con el Régimen –razón de ser fundacional del radicalismo en cuanto a su lucha contra el privilegio, el fraude y la corrupción? ¿Querrán repetir el ideario mitrista? ¿Habrá leído alguna vez nuestra actual dirigencia que la Convención del Teatro Onrubia que hoy recordamos, tuvo como paso previo la expulsión de todos los firmantes del manifiesto separatista de Mitre?

Como desconocemos las respuestas pues el debate ha sido silenciado en el partido habiéndolo trasladado a fundaciones, despachos de alfombras raidas, hoteles, sólo se puede afirmar que se equivocan aquellos que creen que el futuro de la Unión Cívica Radical está atado a embarcar al partido detrás de opciones que, ni más ni menos, encarnan en el presente al Régimen que se combatió.

Ni los que creen que hay dos radicalismos: el que gobierna y el que está en el llano y que, en tal condición, el primero debe preservar la relación con el poder central; ni los que sostienen la alternativa de encolumnarse detrás de un candidato virtual y salvador, están dando fe de su pertenencia radical.

El radicalismo es una filosofía de vida, una religión laica basada en la intransigencia frente a los factores que combate. No será aliándose con ninguna de las versiones del régimen que el partido se recuperará.

Es, entonces, el desafio de este tiempo, esperar que el ejemplo de la historia ilumine a nuestro partido y que ayude a disipar los vahos del poder y la tentación de quienes sólo actúan teniendo en miras sus intereses personales.

Hoy, más que nunca, debemos decir con Alem:

“Yo no acepto el acuerdo, soy radical en contra del acuerdo; soy radical intransigente”.

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