martes, 15 de agosto de 2006

Documento:"EL RADICALISMO EN SU HORA MÁS CRíTICA"

La profesión de Fe Doctrinaria define al Radicalismo como la corriente histórica de la emancipación del pueblo argentino. El Radicalismo es una permanencia y no depende de circunstancias. Debe estar ajeno a todo oportunismo o pragmatismo mal entendido.



Las autoridades partidarias y los mandatarios exaltados a la función pública en representación de la Unión Cívica Radical, más que fijar doctrina –que el Radicalismo ya tiene- deben estudiarla, conocerla, defenderla y difundirla. La Doctrina Radical establece fines y objetivos generales en orden a un proyecto nacional democrático y popular, que no puede estar sujeto a variaciones sustanciales que respondan a un acomodo a las circunstancias. Lo que sí cambia, necesariamente, son los medios e instrumentos para llevar a cabo esa Doctrina. Esos instrumentos son los Programas y Plataformas de la Unión Cívica Radical, tarea indelegable de la Honorable Convención Nacional.



En los últimos tiempos, algunos documentos, declaraciones y posicionamientos, realizados dentro y fuera del partido por dirigentes o grupos de dirigentes, han contribuido a que el Radicalismo perdiera su identidad nacional y emancipatoria, popular y antiimperialista, transformadora en lo social y en lo económico.



Esa pérdida y la crisis consecuente, de carácter ideológico, se perpetúa aún hoy en el seno de nuestra centenaria fuerza. Con el argumento de actualizar o aggiornar la Doctrina del Radicalismo, se han introducido en el ideario radical algunas concepciones que nada tienen que ver con su identidad histórica.



La Unión Cívica Radical no requiere "actualizaciones" doctrinarias que disimulan ese retroceso ideológico y mucho menos de carácter neo-conservador. La Unión Cívica Radical, necesita por el contrario, reafirmar su doctrina e instrumentarla en su prédica y en su acción militante. Ello se concreta en una labor crítica, y en un programa y una propuesta que establezca posiciones claras en la dramática circunstancia que vive la Nación, Latinoamérica y el Mundo, enfrascado en luchas de terror, en guerras, en injusticias y desigualdades aberrantes, en fundamentalismos y fanatismos irracionales, y en un alarmante crecimiento del pensamiento y la práctica autoritaria.



La reconstrucción de la Función primordial del Estado Nacional, en una nueva articulación que reinstale un auténtico federalismo y un sano municipalismo. Nuestra idea del Estado, la que surge de la Doctrina y los programas históricos de la UCR, lo define como la expresión jurídica de la Nación, de su soberanía y de la preservación de los valores de libertad, igualdad y solidaridad, de sus padres fundadores, hace casi doscientos años. Se trata de un Estado no totalizador, que respete y promueva la libre iniciativa individual, que sea participativo y democrático. Un Estado activo, que planifique e intervenga la distribución justa de los ingresos, que tenga la fuerza suficiente para eliminar los privilegios y todas las formas de concentración del poder del capital y sus figuras de la explotación de la persona humana.



La propuesta, hoy y ahora del Radicalismo frente a quienes en el presente detentan el gobierno de la República y quienes dicen constituir su oposición debe ser clara y definitoria en la reafirmación de los valores del Estado de derecho, el sistema republicano democrático que asegure la efectiva división y equilibrio de poderes y el respeto a las libertades y garantías constitucionales, así como algunos aspectos fundamentales en lo económico y lo social y en materia internacional:





a) Cuestión energética: Recuperación para la Nación del manejo, control y renta de estos factores estratégicos de los que depende la soberanía, la libertad, la seguridad y el bienestar de los argentinos.

b) Cuestión agraria: La reivindicación de la función social de la tierra y de la economía agroindustrial. Una reforma agraria requiere hoy precisamente defender y promover a los propietarios productores, a los técnicos y trabajadores de nuestros campos en todos los ciclos de la economía: la incorporación de conocimientos y técnicas de producción, la comercialización y la exportación. De tal modo que su renta beneficie no a grupos monopólicos trasnacionales, sino al conjunto del Pueblo Argentino, para su bienestar y su progreso.

c) Cuestión social. Está doctrinaria y programáticamente definida en el Art. 14 bis de la Constitución Nacional, obra del Radicalismo, y cuyo cumplimiento cabal implica una auténtica transformación social.

d) Cuestión ambiental: Debe ganar espacio preponderante en el ideario radical por su alto impacto social. Los desposeídos del siglo XXI son los habitantes y ciudadanos sin agua potable y agua corriente, expuestos a enfermedades por contaminación ambiental.

e) Política Internacional: La Argentina debe ratificar en los hechos su vocación latinoamericanista y antiimperialista. En cada foro internacional, en cada acto de política exterior, en cada decisión que adopte la Argentina en el mundo, ante los organismos Internacionales, especialmente el Fondo Monetario Internacional y la Organización Mundial del Comercio, deben expresarse los principios del internacionalismo igualitario que constituye una política permanente e indeclinable, que marcaron todos los Gobiernos Radicales. Asimismo, el Radicalismo debe bregar por la profundización del proceso de integración regional, a través del MERCOSUR, y generar los espacios de diálogo, convivencia y complementariedad con todos los países hermanos con los cuales limitamos.



Quienes condujeron al Radicalismo a su crisis más profunda y grave, no pueden pretender fijar normas de conducta partidaria, ni su política de alianzas, ni candidaturas extrapartidarias, ni mucho menos presumir de innovaciones y actualizaciones ideológicas. Han sido artífices de la claudicación ética y la desidentización de la Unión Cívica Radical, llegando inclusive a violar los más elementales principios doctrinarios liminares así como la propia democracia interna partidaria. Sus prácticas han hundido al Radicalismo en el desprestigio y la incredulidad. Ahora pretenden encarrilar al partido en un contubernio que repugna a la mismo doctrina y la trayectoria histórica de la Unión Cívica Radical, en una maniobra que sólo puede afirmarse mediante la estirilización total y definitiva de la ideología auténticamente radical.



Por lo tanto, es imprescindible una reorganización profunda de todas las instancias institucionales de la Unión Cívica Radical. Hay que eliminar los aparatos que funcionan con autonomía y ajenos a la voluntad y la participación del afiliado, financiados con los recursos de la función pública, con dirigencias autistas y enquistadas en un proceso de endogamia progresiva. Los cambios drásticos en la conducción de los cuerpos orgánicos del Partido son pues, imprescindibles e impostergables. Implican necesariamente renuncias, alejamientos y desplazamientos, abriendo un proceso renovador que incluya un reempadronamiento general en todos los distritos con un sistema de afiliación que garantice autenticidad, y erradique definitivamente las prácticas clientelísticas y fraudulentas que se han enseñoreado de la vida partidaria; así como el cumplimiento efectivo de la legislación vigente en materia de internas abiertas y simultáneas para elección de candidatos a cargos electivos. La Unión Cívica Radical está en condiciones de ofrecer a la ciudadanía argentina un programa de gobierno reparador en consonancia con las necesidades del país y una fórmula presidencial integrada por ciudadanos afiliados al partido y comprometidos con ese proyecto.



Si así no se comprendiera por los que tienen responsabilidades indelegables, estaríamos en presencia de la claudicación final de un Partido que ha sido protagonista, durante los siglos XIX y XX de las mas nobles luchas cívicas de la República.



El propio Hipólito Yrigoyen intuyó que con el transcurso de los años pudiera ocurrir la desviación doctrinaria que restara contenido al Radicalismo y predicó que “Si la U.C.R. cayera en el error de confundirse con el medio imperante, tendría que convocarse nuevamente a la voluntad nacional porque se habría falseado su misión histórica y perdido su carácter político. Sería menester condensar nuevas fuerzas para continuar la lucha cada vez más dificultosa, porque a los males previstos y conocidos se habría agregado esta tremenda apostasía a su fe. Y no hay drama más siniestro que la pérdida de la fe de un pueblo”.

Osvaldo Alvarez Guerrero - Gustavo Aramburu - Eugenio Artaza - José Antonio Artusi - Diego Barovero - Marta Becerini de Bravo - Fernando Blanco Muiño - Gustavo Calleja - José Luis Carrizo - Armando Desplats - Pablo Díaz - Cristina Fernández - María José Fontanals- Emilio Gibaja - Gustavo Grinspun - Miguel Larocca - Rubén López Cabanillas - Carlos Mallaviabarrena - Ester Nani - Manuel Pinto Goyena - Roque Sabbatella - Hèctor Jorge Velázquez (siguen las firmas)

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