viernes, 22 de diciembre de 2006

Radicales irigoyenistas rechazan llamado de la Convención Nacional de la UCR

BUENOS AIRES, dic 19 (DyN) - El Instituto Nacional Yrigoyeneano rechazó hoy la convocatoria de la Convención Nacional de la UCR para conformar los equipos técnicos que tendrán la responsabilidad de aportar ideas y propuestas para la coalición que sustentará la candidatura presidencial del ex ministro Roberto Lavagna.

El rechazo de ese sector del radicalismo fue realizado por medio de una nota dirigida al presidente del máximo organismo de conducción partidaria, Adolfo Stubrin quien les había hecho llegar la invitación a colaborar en el trazado del plan de gobierno para una alternativa política para el período 2007/2011.

La nota de rechazo a la convocatoria esta firmada por las máximas autoridades del Instituto Nacional Yrigoyeneano: el presidente Víctor Martínez, el vicepresidente Diego Barovero y el secretario General Fernando Blanco Muiño.

OPINION

La Caída de De la Rúa, hace cinco años.



¿UN GOLPE DE ESTADO?



Por Osvaldo Álvarez Guerrero (especial para “Río Negro”)



Cuando estamos muy cerca de los acontecimientos sociales y en la inmediatez de los hechos políticos, caemos en la tentación de creer que vivimos momentos de gran trascendencia para el futuro. En esos casos es probable que nos equivoquemos en cuanto al rumbo que las cosas van a tomar. Aun hoy, a cinco años de los hechos que terminaron con la renuncia del Presidente Fernando de la Rúa, no esta claro cuáles fueron los cambios que en lo hondo de la sociedad y de sus instituciones se dispararon como consecuencia de lo ocurrido realmente en el periodo que culminó el 19 y 20 de diciembre de 2001.

Hubo, inicialmente, dos interpretaciones respecto a los sucesos. La primera, en general esgrimida por la izquierda, pensaba que se trataba de una crisis orgánica del capitalismo, y de su expresión en el llamado modelo neoliberal. Una izquierda confusa - consciente de su alejamiento del poder estatal y de su propia impotencia para imaginarlo - se esperanzaba en la intervención de las “masas populares”: veía en ellas y en su movilización callejera los prolegómenos inmediatos de una revolución social.

Las clases medias porteñas, afectadas por el primer corralito, y los ahorristas que creyeron que podían seguir cobrando tasas del 12 % sobre dólares de libre disposición, no tenían, el tiempo lo ha demostrado, ninguna pretensión revolucionaria. Y los asaltos a mini mercados del conurbano por un activismo esporádico de cierto lumpen utilizado como clientela violenta durante muchos años, no eran una insurrección espontánea del proletariado para asumir su dictadura. No había allí “lucha de clases”, ni mucho menos una alianza de los lastimados para tomar el poder. Eran, mas bien, productos secundarios del propio modelo económico social, al que no querían cambiar, sino usufructuar.

Otra actitud, mas realista – en realidad una respuesta práctica de quienes tenían capacidad de decisión concreta ante la crisis planteada – actuó en el marco de las instituciones políticas existentes. Aunque estaban seriamente impugnadas y desprestigiadas, aun subsistían, y en ultima instancia, eran las únicas que tenían la posibilidad de ser eficaces. La clase política, con el apoyo de grupos económicos locales, tuvo éxito en encontrar una salida mas o menos provisoria a una crisis que no era, como muchos creyeron, tan terminal

Si se hubiera convocado a un referéndum el 20 de diciembre de 2001 para que los argentinos opinaran sobre la permanencia de la convertibilidad uno a uno, o sobre la devaluación del peso argentino quizá el 90% de la población habría votado por la primera opción. Nadie quería la devaluación. El problema no radicaba entonces en discutir si la devaluación era buena o no. La verdadera cuestión, que apenas se deslizo en el debate público, era dilucidar quien se beneficiaba con la devaluación, y quien se perjudicó. Todos alegaron quebranto, pero algunos ganaron mucho.

La devaluación era esencialmente un hecho, y los hechos no polemizan, simplemente ocurren. El gobierno, ante la imposibilidad de seguir obteniendo del exterior los dólares que permitieran el sostenimiento del tipo de cambio y la fuga de las divisas, solo fue espectador del desastre. Como lo fue ante el “default”, inútilmente proclamado con aplausos del Congreso por el efímero presidente Rodríguez Saa. Ese “default” subsistió hasta que el nuevo gobierno obtuvo una quita y se comprometió a pagar lo que debía. (Al margen: el “éxito” de la dupla Kirchner-Lavagna de haber obtenido la aceptación de la mayoria de los acreedores del pago con quita y ampliación de plazo, ha sido relativizado hace pocos días por el ex titular del Banco Central, Alfonso Prat Gay, quien afirmó que en realidad se iba a pagar mucho mas de lo que se había anunciado, y que la Argentina seguiría sujeta a los acreedores con tanta o más fuerza que antes).

Al fin, la superación de la crisis fue fruto de circunstancias exteriores: el espectacular crecimiento de los precios internacionales de los productos que la Argentina puede producir y exporta. La habilidad de los políticos para sobrevivir, a pesar de su justificada mala fama, e incluso para conducir la salida de la tormenta, fue magistral. La consigna popular tan primitiva como inconducente, “que se vayan todos”, no prosperó. La supervivencia se debe a que, a partir de una despolitización objetiva, mansamente aceptada por esa dirigencia, se había establecido, desde varios años antes la autonomía de la economía. Como decía un fino politólogo italiano, Ricardo Terzi, en La crisis de la política (Ciudadanos Nro.1, 1999): “el poder real se ha posicionado fuera del circuito político. El universalismo democrático fue desplazado por el particularismo de los intereses económicos”. Esta autonomía de la economía permite que sea el funcionamiento de la maquinaria ejecutada por actores empresariales en la gran industria, la producción y el comercio agrarios, y la banca quien en verdad manda. Por eso, otro italiano hoy de moda – y los italianos saben muchos de todo esto - Roberto Esposito, en Categorías de lo impolítico, (Editorial Katz, 2006) afirma que la despolitización es la forma política que tiene la economización de la sociedad.

La intelectualidad, cuya función debiera ser importante para iluminar los procesos de desbarajuste social, perdió en la Argentina su actitud crítica: y quizás el ámbito académico de la Universidad sea la mejor expresión de esa carencia, si se exceptúa el activismo frenético de algunos grupos estudiantiles. O se cansó de no entender nada, o bien, mas grave todavía, una parte importante de ella adoptó en los últimos dos años una suerte de cauto oficialismo, a veces tenuemente vergonzante.

Ya en octubre de 2001, De la Rua denunciaba la existencia de una conspiración para desplazarlo de la Presidencia. Después de caído insistió en esa acusación, incluso dando nombres y apellidos concretos.¿Hubo, en efecto, un golpe de Estado? Se trata de una categoría conceptual difusa y mal utilizada, pero quizá aplicable al caso argentino. El cambio se limitó a las personas y no fue más allá de algunas de ellas, mas decididas y ambiciosas. Esas figuras preponderantes no solo tenían responsabilidad directa en la construcción y sostenimiento del modelo neoliberal, sino también en su propia crisis. La sorprendente impericia, la rigidez esclerótica y la incomprensión de lo que estaba pasando, era la más notoria característica del estilo delarruista. Paradojalmente, el Presidente, al irse, cumplió con su deber. Pero yéndose destruyó también la confianza ciudadana. De este desmoronamiento, fueron cómplices quienes lo echaron, no por la fuerza de las armas, sino por la presión de la negativa a todo acuerdo respecto de su permanencia. Para sostener las nuevas condiciones económicas, y tratar de compatibilizar los enfrentamientos de intereses y la queja social de los heridos por la recesión, los responsables del nuevo gobierno distorsionaron la legalidad hasta sus limites inimaginables en una republica mas o menos respetuosa de sus reglas de juego.

Y en lo que respecta a la llamada reforma política, después de cinco años, aquí no ha pasado nada. Hoy se habla de la baja calidad de las instituciones, y del desprecio que por ellas tiene el gobierno. Pero a decir verdad casi todos –incluyendo la llamada oposición, los empresarios, y hasta la ciudadanía en general – sienten una displicencia casi cínica por lo institucional.

En estas condiciones nadie podría ganar elecciones sobre la base de un reclamo por la purificación y el progreso de una legalidad que se presenta deformada, pero que nada significa ante el empuje de una economía autosatisfecha. ¿Porqué alarmarse, entonces, ante una latencia de crisis políticas, y de la nueva categoría de la inestabilidad argentina: “los golpes de estado así llamados institucionales?”

La sociedad en su conjunto se muestra fatigada, hasta en sus protestas, que sólo tienen repercusión entre quienes se quejan ante la molestia de todo el resto de una población masivamente individualista. Las crisis argentinas son latentes, se prolongan, se ocultan, se disimulan. A veces florecen en una primavera de ideas, inteligencias y energías colectivas, en una generación de lúcidos dirigentes. Otras veces, de ella solo brotan algas ya mustias al nacer, como en los ríos contaminados.

martes, 12 de diciembre de 2006

Pensamiento y Acción y el falso progresismo afrancesado

Siempre decimos que Pensamiento y Acción resiste cualquier archivo. No hay más que revisar su Manifiesto liminar, sus documentos, sus declaraciones y comunicados de prensa elaborados desde su fundación para corroborar la coherencia entre -valga la redundancia- el pensamiento y la acción de quienes integramos este espacio.

Cuando ocurrió la tragedia de Cromañón, fuimos el primer y único núcleo del Radicalismo que sostuvo la responsabilidad política inexcusable del entonces Jefe de Gobierno Aníbal Ibarra y que debía ser removido del cargo mediante los institutos constitucionales de la revocatoria de mandato o el juicio político. Cuando finalmente Ibarra fue destituído, sin que ello implicara algún tipo de apoyo o identificación con su reemplazante constitucional, Jorge Telerman, expresamos nuestro beneplácito por la continuidad institucional en la Ciudad.

En estos días se ha ventilado la posibilidad que el Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires Jorge Telerman formule una convocatoria plural - emulando la concertación kirchnerista - en vistas de los comicios del año próximo en los que aspira a ser reelecto en la magistratura que hoy inviste. De dicha convocatoria sería de la partida, según la información de dominio público, la Unión Cívica Radical del distrito. En tal sentido, el propio ministro de comunicación de la administración porteña le manifestó a la agencia oficial Telam que el alcalde aguardaba en ese sentido el resultado de una ronda de consultas que mantenía con el aún presidente del maltrecho Comité Capital del radicalismo Jesús Rodríguez.

Frente a la difusión de dicha noticia Pensamiento y Acción, como lo ha venido haciendo siempre desde su fundación, emitió un posicionamiento en términos muy concretos y muy fuertes tanto hacia la desprestigiada conducción del radicalismo de la Capital ejercida por el lobbysta Jesús Rodríguez, como respecto de la figura del primer magistrado de la Ciudad.

En la declaración, que fue ampliamente difundida y recogida por diversos medios de información pública, Pensamiento y Acción sostuvo con la consecuencia ideológica que lo ha caracterizado, que repudiaba cualquier pacto, acuerdo o contubernio de tinte electoralista (porque ello contraviene los principios liminares del Radicalismo), impugnando al presidente de la UCR porteña por carecer de mandato expreso del cuerpo orgánico que es competente para establecer alianzas o frentes (la Convención partidaria) y cuestionando al gobernador local por lanzarse a la aventura reeleccionista cuando a todas luces carece de un plan de gobierno concreto para esta Ciudad; lo que queda demostrado en el transcurso de su errática y pobre gestión ejecutiva. La crisis del hospital y la educación públicos, las carencias a nivel servicios, la falta de inversiones en obras de infraestructura y vivienda, la degradación del espacio público, la consolidación de un modelo cultural elitista y basado exclusivamente en el marketing, son solamente algunos de los indicadores de lo que podemos calificar de inexistente gestión de gobierno de Jorge Telerman.

No es un secreto que lamentablemente la política ha perdido en los últimos años el característico sesgo de diálogo, de debate de ideas, de confrontación democrática de proyectos, de elaboración de una agenda de mínimos comunes denominadores que podrían considerarse políticas de Estado. Toda la política de hoy está teñida de componendas espúreas, pactos subterráneos, compensaciones por servicios prestados, falta de coherencia ideológica, alianzas de conveniencia. La política, una de las más nobles actividades humanas, históricamente ligada a la vocación de servicio al prójimo y orientada a la consecución del bien común, se ha visto degradada en su esencia como nunca últimamente.

Jorge Telerman es un protagonista ineludible de este tiempo y esta metodología. Jesús Rodríguez también. Las historias de ambos se parecen y se diferencian, aunque los avatares de la cosa pública los ubican más cerca que lejos. Telerman proviene del peronismo que evolucionó de manera escandalosa y casi pornográfica en menemismo y hoy mendiga ser invitado al banquete kirchnerista. Rodríguez proviene de la Junta Coordinadora del radicalismo y no trepidó en oscilar del alfonsinismo más furibundo al delarruismo ferviente, según el rumbo de los vientos.

Nuestro rechazo a un acuerdo entre el gobierno de Jorge Telerman y la UCR conducida en el distrito por el mentado Rodríguez -responsable directo de las dos últimas estrategias electorales que la llevaron a cosechar en 2003 y 2005 un magro 2% de las voluntades ciudadanas- es un repudio a un modo de ver y entender la política: el del "todo vale" y "todo es negociable" que ha caracterizado la visión y la estrategia de acumulación de una generación de dirigentes de primera línea de la política argentina en los últimos 20 años. Jorge Telerman y Jesús Rodríguez son dos de los más encumbrados exponentes de dicha generación.

Probablemente la UCR debería integrar un frente de centroizquierda que aspire a gobernar la ciudad más rica del país para llevar adelante un programa y un modelo de gestión basado en los valores republicanos, el respeto por las libertades, la búsqueda de la justicia distributiva y la solidaridad social, que constituyen el auténtico ideal progresista. Pero no es ésta conducción partidaria la más indicada para orientar al radicalismo en esa senda. Y tampoco el potencial aliado o el aspirante a liderar ese espacio puede ni debe ser el actual jefe de gobierno. Hay en su historial demasiadas claudicaciones y en su derredor demasiados intereses poco claros como para confiarle las riendas de una construcción de semejante envergadura y tal naturaleza.

Pruebas al canto. Apenas horas después de hacerse pública la declaración de Pensamiento y Acción sobre la cuestión y ser recogida por medios de comunicación que cubren la actualidad porteña, funcionarios de primera línea de la gestión "telermanista" salieron a responder a nuestro comunicado, lo cual no es grave de por sí. Pero simultáneamente a las declaraciones de una ubícua ministra del gabinete local defendiendo el acercamiento de la UCR al gobierno de Telerman, operadores y funcionarios de reconocida filiación oficial se lanzaron literalmente a una caza de brujas, identificando a dirigentes y militantes de Pensamiento y Acción que diariamente trabajan (sí, trabajan; no que cobran sin trabajar) en la administración pública de la Ciudad para "apretarlos" por el contenido de la declaración emitida por nuestra corriente y "recomendándoles" tener cuidado con lo que manifestaban si no deseaban perder su fuente de trabajo.

¿Acaso es progresista, acaso es de izquierda la utilización de los resortes del aparato estatal para la construcción de una fuerza política o de una mera estrategia releccionista?

¿Acaso es progresista o es de izquierda recurrir a la metodologìa patoteril del apriete para silenciar el pensamiento disidente?

¿Acaso es progresista o es de izquierda tomar el empleo público como botín electoral o coto de caza de determinado sector político?

¿Acaso es progresista o es de izquierda no respetar la diversidad de opiniones?

Son actitudes y conductas más emparentadas con la derecha más obtusa y cerril que con la pretensa indentificación con el progresimo de izquierda.

Son metodologías y prácticas del más deleznable clientelismo político respecto del cual muchos de los supuestos "progres" se rasgan las vestiduras y catalogan de "vieja política". Siempre hemos sostenido que no hay "vieja" o "nueva" política, identifícándonos con el pensamiento del ilustre Leandro Alem de que sólo hay buena o mala política.

El falso progresismo con toque afrancesado parece más cerca de la mala política que de la buena.

Buenos Aires, 12 de diciembre de 2006

Eugenio Artaza Diego Barovero Fernando Blanco Muiño

INFORMACIÓN DE PRENSA "La Epifanía lavagnista"

Pensamiento y Acción -la línea intransigente del radicalismo - se refirió con sarcasmo a la visita que le efectuó la cúpula de la UCR al ex ministro y precandidato presidencial Roberto Lavagna.

"Tal vez inspirados en el espíritu de las muy próximas fiestas navideñas los más altos exponentes de la conducción de la UCR concurrieron en procesión a visitar a Roberto Lavagna. ¿Cuáles serán los dones y ofrendas que estos nuevos "Reyes Magos" le llevaron en sus alforjas para ofrecer al candidato aún en pañales? ¿Fiscales para el comicio? ¿Personería partidaria nacional? ¿Cuadros técnicos? ¿Una coalición?", se preguntan con ironía desde Pensamiento y Acción en la declaración que firman Nito Artaza, Diego Barovero, Fernando Blanco Muiño, Cristina Fernández y Gustavo Aramburu .

"Aunque no sea 6 de enero, Gerardo Morales, Adolfo Stubrin, Ernesto Sanz y Fernando Chironi emprendieron el camino siguiendo la estrella lavagnista ¿Será la Epifanía Lavagnista? Por las dudas, Roiberto Lavagna puso los zapatos con la esperanza que le dejen de regalo a la UCR", finaliza el comunicado de Pensamiento y Acción.

INFORMACIÓN DE PRENSA "Ni un pelo de zonzos"

Pensamiento y Acción -la línea intransigente del radicalismo - salió al cruce de las versiones que indican la existencia de un pacto entre el jefe de gobierno porteño Jorge Telerman y el presidente de la UCR de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires Jesús Rodríguez de cara a los comicios de 2007.

Por medio de una declaración Pensamiento y Acción cuestionó "toda maniobra acuerdista o entendimiento con fines electorales entre la ajada, caduca y desprestigiada conducción del radicalismo porteño encabezada por Jesús Rodríguez y el Jefe de Gobierno de la Ciudad Jorge Telerman. Jesús Rodríguez carece de mandato de la Convención -máximo organismo de la UCR - y tampoco tiene representatividad ni legitimidad para intentar ninguna clase de alianza o acuerdo ni con Telerman ni con ninguna fuerza política", dispararon Nito Artaza, Diego Barovero, Fernando Blanco Muiño, Cristina Fernández y Gustavo Aramburu .

La declaración de Pensamiento y Acción también cuestiona al titular del gobierno de la Ciudad Autónoma "hasta ahora no se sabe si el ubícuo Jorge Telerman (de pasado menemista y duhaldista) aspira a ser candidato K en la ciudad o a armar una amasijo que le permita saciar su apetito reeleccionista; lo que es claro es que no tiene un plan de gobierno para la Ciudad de Buenos Aires, jaqueada por falta de servicios y obras, crisis hospitalaria y educativa y los radicales no tenemos porqué otorgarle un cheque en blanco".

"A Telerman y Rodríguez los une la común la inquietud sobre sus respectivos destinos. Procuran subsistir políticamente a cualquier costa. Los Radicales de base, la militancia y afiliados, desconoceremos, denunciaremos, rechazaremos y combatiremos todo contubernio espúreo articulado por estos dos exponentes de la peor política: la del privilegio y la exclusión, la del "vale todo" y el "todo tiene precio", finaliza el comunicado de Pensamiento y Acción.