martes, 12 de diciembre de 2006

Pensamiento y Acción y el falso progresismo afrancesado

Siempre decimos que Pensamiento y Acción resiste cualquier archivo. No hay más que revisar su Manifiesto liminar, sus documentos, sus declaraciones y comunicados de prensa elaborados desde su fundación para corroborar la coherencia entre -valga la redundancia- el pensamiento y la acción de quienes integramos este espacio.

Cuando ocurrió la tragedia de Cromañón, fuimos el primer y único núcleo del Radicalismo que sostuvo la responsabilidad política inexcusable del entonces Jefe de Gobierno Aníbal Ibarra y que debía ser removido del cargo mediante los institutos constitucionales de la revocatoria de mandato o el juicio político. Cuando finalmente Ibarra fue destituído, sin que ello implicara algún tipo de apoyo o identificación con su reemplazante constitucional, Jorge Telerman, expresamos nuestro beneplácito por la continuidad institucional en la Ciudad.

En estos días se ha ventilado la posibilidad que el Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires Jorge Telerman formule una convocatoria plural - emulando la concertación kirchnerista - en vistas de los comicios del año próximo en los que aspira a ser reelecto en la magistratura que hoy inviste. De dicha convocatoria sería de la partida, según la información de dominio público, la Unión Cívica Radical del distrito. En tal sentido, el propio ministro de comunicación de la administración porteña le manifestó a la agencia oficial Telam que el alcalde aguardaba en ese sentido el resultado de una ronda de consultas que mantenía con el aún presidente del maltrecho Comité Capital del radicalismo Jesús Rodríguez.

Frente a la difusión de dicha noticia Pensamiento y Acción, como lo ha venido haciendo siempre desde su fundación, emitió un posicionamiento en términos muy concretos y muy fuertes tanto hacia la desprestigiada conducción del radicalismo de la Capital ejercida por el lobbysta Jesús Rodríguez, como respecto de la figura del primer magistrado de la Ciudad.

En la declaración, que fue ampliamente difundida y recogida por diversos medios de información pública, Pensamiento y Acción sostuvo con la consecuencia ideológica que lo ha caracterizado, que repudiaba cualquier pacto, acuerdo o contubernio de tinte electoralista (porque ello contraviene los principios liminares del Radicalismo), impugnando al presidente de la UCR porteña por carecer de mandato expreso del cuerpo orgánico que es competente para establecer alianzas o frentes (la Convención partidaria) y cuestionando al gobernador local por lanzarse a la aventura reeleccionista cuando a todas luces carece de un plan de gobierno concreto para esta Ciudad; lo que queda demostrado en el transcurso de su errática y pobre gestión ejecutiva. La crisis del hospital y la educación públicos, las carencias a nivel servicios, la falta de inversiones en obras de infraestructura y vivienda, la degradación del espacio público, la consolidación de un modelo cultural elitista y basado exclusivamente en el marketing, son solamente algunos de los indicadores de lo que podemos calificar de inexistente gestión de gobierno de Jorge Telerman.

No es un secreto que lamentablemente la política ha perdido en los últimos años el característico sesgo de diálogo, de debate de ideas, de confrontación democrática de proyectos, de elaboración de una agenda de mínimos comunes denominadores que podrían considerarse políticas de Estado. Toda la política de hoy está teñida de componendas espúreas, pactos subterráneos, compensaciones por servicios prestados, falta de coherencia ideológica, alianzas de conveniencia. La política, una de las más nobles actividades humanas, históricamente ligada a la vocación de servicio al prójimo y orientada a la consecución del bien común, se ha visto degradada en su esencia como nunca últimamente.

Jorge Telerman es un protagonista ineludible de este tiempo y esta metodología. Jesús Rodríguez también. Las historias de ambos se parecen y se diferencian, aunque los avatares de la cosa pública los ubican más cerca que lejos. Telerman proviene del peronismo que evolucionó de manera escandalosa y casi pornográfica en menemismo y hoy mendiga ser invitado al banquete kirchnerista. Rodríguez proviene de la Junta Coordinadora del radicalismo y no trepidó en oscilar del alfonsinismo más furibundo al delarruismo ferviente, según el rumbo de los vientos.

Nuestro rechazo a un acuerdo entre el gobierno de Jorge Telerman y la UCR conducida en el distrito por el mentado Rodríguez -responsable directo de las dos últimas estrategias electorales que la llevaron a cosechar en 2003 y 2005 un magro 2% de las voluntades ciudadanas- es un repudio a un modo de ver y entender la política: el del "todo vale" y "todo es negociable" que ha caracterizado la visión y la estrategia de acumulación de una generación de dirigentes de primera línea de la política argentina en los últimos 20 años. Jorge Telerman y Jesús Rodríguez son dos de los más encumbrados exponentes de dicha generación.

Probablemente la UCR debería integrar un frente de centroizquierda que aspire a gobernar la ciudad más rica del país para llevar adelante un programa y un modelo de gestión basado en los valores republicanos, el respeto por las libertades, la búsqueda de la justicia distributiva y la solidaridad social, que constituyen el auténtico ideal progresista. Pero no es ésta conducción partidaria la más indicada para orientar al radicalismo en esa senda. Y tampoco el potencial aliado o el aspirante a liderar ese espacio puede ni debe ser el actual jefe de gobierno. Hay en su historial demasiadas claudicaciones y en su derredor demasiados intereses poco claros como para confiarle las riendas de una construcción de semejante envergadura y tal naturaleza.

Pruebas al canto. Apenas horas después de hacerse pública la declaración de Pensamiento y Acción sobre la cuestión y ser recogida por medios de comunicación que cubren la actualidad porteña, funcionarios de primera línea de la gestión "telermanista" salieron a responder a nuestro comunicado, lo cual no es grave de por sí. Pero simultáneamente a las declaraciones de una ubícua ministra del gabinete local defendiendo el acercamiento de la UCR al gobierno de Telerman, operadores y funcionarios de reconocida filiación oficial se lanzaron literalmente a una caza de brujas, identificando a dirigentes y militantes de Pensamiento y Acción que diariamente trabajan (sí, trabajan; no que cobran sin trabajar) en la administración pública de la Ciudad para "apretarlos" por el contenido de la declaración emitida por nuestra corriente y "recomendándoles" tener cuidado con lo que manifestaban si no deseaban perder su fuente de trabajo.

¿Acaso es progresista, acaso es de izquierda la utilización de los resortes del aparato estatal para la construcción de una fuerza política o de una mera estrategia releccionista?

¿Acaso es progresista o es de izquierda recurrir a la metodologìa patoteril del apriete para silenciar el pensamiento disidente?

¿Acaso es progresista o es de izquierda tomar el empleo público como botín electoral o coto de caza de determinado sector político?

¿Acaso es progresista o es de izquierda no respetar la diversidad de opiniones?

Son actitudes y conductas más emparentadas con la derecha más obtusa y cerril que con la pretensa indentificación con el progresimo de izquierda.

Son metodologías y prácticas del más deleznable clientelismo político respecto del cual muchos de los supuestos "progres" se rasgan las vestiduras y catalogan de "vieja política". Siempre hemos sostenido que no hay "vieja" o "nueva" política, identifícándonos con el pensamiento del ilustre Leandro Alem de que sólo hay buena o mala política.

El falso progresismo con toque afrancesado parece más cerca de la mala política que de la buena.

Buenos Aires, 12 de diciembre de 2006

Eugenio Artaza Diego Barovero Fernando Blanco Muiño

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